domingo, 18 de marzo de 2012

PERMUTA EN LA EVALUACIÓN

Es innegable que todo proceso evaluativo tiene cierto grado de subjetividad, tanto del que evalúa como desde el evaluado; retroalimentar los procesos de enseñanza y aprendizaje es una labor que se puede mejorar día a día; admitir las falencias, los diversos puntos de vista, las dificultades del que aprende y elabora su propio conocimiento, los diferentes tiempos de enseñanza y aprendizaje, las brechas en las mediaciones y muchos otros factores pueden ser un buen inicio para una autoevaluación del lado del que elabora los instrumentos de evaluación.
Cuando me enfrento con diferentes temáticas a desarrollar en el aula de clase, pienso continuamente en el proceso evaluativo, y me digo: “éste sería un buen problema para solucionar en la evaluación”; sin embargo a la hora elaborar el instrumento trato indagar sobre las generalidades y conceptos más relevantes del área y pierdo de vista esas preguntas que pueden dar muy buena cuenta de los procesos de los estudiantes.

Se acostumbra poco en las ciencias exactas deliberar sobre las temáticas o poner puntos de vista ante fenómenos que ya han sido avalados por comunidades científicas; entonces parece que la labor del docente es replicar exactamente lo que pasa en esas experiencias, sin salirse mucho de las teorías que las avalan, por eso utilizamos mucho las expresiones: eso lo descubrió fulanito en el año… eso se pude comprobar con el teorema de…pude ser visto con la teoría de… e incluso frase como: eso está mal formulado…eso no pude ser porque éste científico dijo que….y otras muchas más que no le dan cabida a una conversación, una interacción, una reflexión, limitando la imaginación y el ingenio a los estudiantes.

¿Por qué no debatir sobre las leyes que nos rodean?, ¿por qué simplemente aceptarlas?; bueno, sabemos que los grandes científicos de la humanidad han reevaluado las leyes y las teorías que hasta su época eran intocables, Galileo y el sistema heliocéntrico, Einstein y la relatividad, Bohr y el átomo, bueno, y ¿qué problema hay con presentar posibles causas o efectos ante un fenómeno cotidiano que ya ha sido explicado? O ¿quién tiene la última palabra en un evento?; las ciencias exactas han tendido siempre muchas discrepancias con las sociales, por sus métodos, por la forma de llegar a la verdad o por sus ambigüedades, pero ¿por qué en vez de separarlas no las fusionamos?, no sería algo fácil, pero si atractivo para muchos investigadores.

El hecho es porque no podemos fusionar los sistemas evaluativos propios de algunas ciencias y transformarlos y adaptarlos a otros, ¿Por qué el docente es el que tiene la última palabra?, o ¿por qué lo cualitativo no se pude asociar con lo cuantitativo?, ¿por qué los dos sistemas tienen algún pecado?, no sé cuál es la respuesta a esas preguntas, pero las mismas me han dado herramientas para tratar de evaluar de una forma diferente, donde en las ciencias exactas también se valoren las actitudes, el ingenio, la creatividad, las interacciones, las participaciones y no por ello se pierda la rigurosidad y la exigencia en el área.

2 comentarios:

  1. Hola Lino:
    Quiero hacerte una valoración de lo que ha sido tú blog en general. Me parece que en tu blog, has conservado la intencionalidad del curso, a través de tus reflexiones que logran poner en perspectiva, muchos de los interrogantes que nos hacemos como docentes.
    Comparto la idea que tienes de que la evaluación es un proceso que sigue siendo subjetivo y que puede depender de muchos factores. Igualmente, lo que tiene que ver con las actitudes, el ingenio, la creatividad, siguen siendo espacios de aprendizaje que pueden escapar a una valoración cuantitativa. Porque perfectamente, podríamos preguntarnos: ¿Quién evaluó por primera vez el quijote, para considerarlo una gran obra literaria?...

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  2. Cordial saludo maestro Lino.

    Indudablemente planteas un sinnúmero de cuestionamientos, que de alguna manera permean las fibras más sensibles de nuestro quehacer pedagógico, y que trascienden a toda propuesta evaluativa. Una vez que se ha comprendido el ‘status’ de las práctica evaluativas – valido para todas las áreas y disciplinas del saber – se podría configurar un proceso que potencie la apropiación del aprendizaje como una práctica de formación de la autonomía, y también como (Perrenoud, 1998) "un ejercicio de evaluación continua que ayuda a mejorar los aprendizajes, mediante un proceso de regulación". Es decir, una deconstrucción permanente en las entrañas del proceso evaluativo desde la perspectiva mediática, en respuesta a los objetivos de apropiación de los espacios diseñados y articulados para llevar a cabo un proceso de formación en un ambiente de aprendizaje mediado por TIC.

    Con respecto a la idea que desarrollas al final de tu texto, considero que es un reto de grandes proporciones tratar de hacer lectura de otras propuestas evaluativas, e intentar hacer adaptaciones que amplíen las posibilidades de enriquecer nuestro repertorio pedagógico en instancias de las prácticas evaluativas. De hecho, en una entrada de mi blog, comparto un video que propone una evaluación alternativa mediada por TIC, que bien podría adaptarse a las disciplinas del saber (disponible en http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=pe1HLs367VQ).

    Y finalmente, mientras se continúa intentando mixturas entre lo cualitativo y lo cuantitativo, nosotros podemos adentrarnos en las comprensiones de una evaluación que derrote los temores, ahuyente la tragedia, y convoque a la construcción colectiva de conocimiento (Bloom, 1967) "como una propuesta educativa que sugiere que la evaluación se consagre al servicio del aprendizaje", y como una excusa para tomar distancias que permitan distinguir nuestro rol dentro de las complejas relaciones que se entretejen en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

    Gracias por tan valioso aporte que contribuye a ahondar en nuestras comprensiones.

    Feliz día.

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